Hoy no voy a hablar de eficiencia energética. Voy a hablar de industria. De la industria de automoción española, para ser más concretos. Es verdad que en los últimos años algunas compañías españolas dedicadas a los componentes de automoción han crecido de manera espectacular. También es verdad que España es, al menos hasta hace unos meses, el 7º productor mundial de vehículos.
Pero también es verdad que España sólo tiene un fabricante de automóviles en masa: Seat. Perdón. Dos, si incluimos a Santana.
Que un país como este- con una población superior a los 45 millones de habitantes y un parque automovilístico de 28 millones de unidades- sólo pueda ofrecer una sola marca de automóviles, es triste. Y es más triste aún cuando se echa la vista atrás y se contempla un pasado mejor con marcas como Hispano-Suiza o Pegaso siendo auténticas referencias mundiales en su momento.
Por contraposición, un país como Suecia, con poco más de 9 millones de habitantes, cuenta con Volvo y Saab.
La desgracia de una guerra y 40 años de retrógada dictadura seguramente son las grandes diferencias entre nosotros y los suecos.
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